ayres de jazz

El nombre, de claras resonancias piazzollianas, tiene su sentido. El jazz es, ante todo, libertad, mestizaje cultural y elogio de la diversidad. Ayres de Jazz es un pequeño velero que se desplaza en el oceano ciberespacial guiado por la curiosidad con el anhelo de comprender lo que esta sucediendo. Eso es todo.

Tuesday, April 25, 2006

Plantas de Celulosa en el Cono Sur

Las papeleras de Michelle
EDUARDO BASZ

La responsabilidad de una planta de celulosa en la muerte de varios centenares de cisnes en un humedal que albergaba la mayor colonia de América Latina fue el desastre ambiental más importante de Chile en 2005 e influyó directamente en la campaña electoral. Tanto Michelle Bachelet como Sebastián Piñera incluyeron los temas ecológicos en sus propuestas, algo que habían soslayado los anteriores gobernantes y candidatos. ¿Cambio de época?, ¿nueva agenda?, ¿otra generación? La cuestión es que desde el comienzo, el "fenómeno Bachellet" se apoyó en un discurso atractivo sobre la participación ciudadana y la diversidad cultural. La Concertación en general, y el Partido Socialista en particular, requerían de un liderazgo y una agenda a la altura de la época para continuar ejerciendo el poder. Así, surge el pacto de Michelle con un sector de los verdes chilenos ("crear una alianza con Bachelet es lo estratégicamente correcto") que fue presentado en el Jardín Botánico. Ahí dio a conocer sus diez compromisos (que empiezan con la creación de un Ministerio del Medio Ambiente). "Los ecologistas quedamos al servicio para trabajar en este período e impulsaremos con más fuerza la inscripción del Partido Ecologista para que pueda apoyar y ser partícipe de las profundas transformaciones de las reformas ambientales que se avecinan con la llegada de un nuevo gobierno de la Concertación". Curiosamente, el presidente de la empresa de celulosa es un demócrata cristiano que fue ministro de Patricio Aylwin. ¿El poder es así?
Los cisnes de cuello negro tenían como hábitat el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter del río Cruces, en Valdivia. Se trata de un ave migratoria nativa de América del Sur, descripta por primera vez por un sacerdote jesuita en 1782. Su paisaje son los humedales del sur de Brasil, Uruguay, casi toda la Argentina y Chile desde la IV hasta la XI región. Se alimenta de vegetales y, en el río Cruces, de un alga, luchecillo, que al extinguirse por los metales pesados (aluminio incluido) que la papelera arrojaba al agua, provocó la muerte de 500 pájaros sobre un total de 5.000 que rápidamente emigró. La planta de Celulosa Arauco y Constitución (Celco) está ubicada 32 kilómetros al sudoeste del humedal y había comenzado su actividad pocos meses antes. La Universidad Austral de Valdivia presentó un informe en el que demostró que los vertidos destruyeron el luchecillo. Durante 2005, el establecimiento fue objeto de multas y clausuras temporarias por la Comisión Nacional de Medio Ambiente. Para muchos ecologistas, esta agencia fue presionada bajo la presidencia de Eduardo Ruiz-Tagle para aprobar el proyecto de la planta. Expertos de la World Wildlife Foundation hicieron dos viajes a la zona con la intención de diseñar un plan de recuperación. El equipo, formado por Clifton Curtis, director del Programa Mundial de Tóxicos; Delmar Blasco, ex secretario general de la Convención Ramsar sobre los Humedales y el especialista en plantas de celulosa, Runne Leithe-Ericksen, presentaron un informe con 100 observaciones. El diagnostico no deja lugar a dudas sobre las causas de la calamidad. "La inapropiada ubicación de la planta de celulosa, regulaciones ambientales inadecuadas, una débil protección para el sitio, la falta de capacidad para un adecuado monitoreo y la utilización de tecnologías y prácticas no suficientemente avanzadas fue la receta ideal para el desastre en el Santuario". Entre las recomendaciones, contempla una "evaluación integral de los impactos en las comunidades locales, así como considerar medidas de mitigación y compensación". Y propone "incluir de manera inmediata al Santuario en el Registro de Montreux, una lista de los Humedales de importancia internacional donde se han producido cambios ecoló
gicos". También considera que este caso se puede encuadrar en la Convención de Estocolmo sobre Contaminantes. Algunos eurodiputados se interesaron por la catástrofe y promovieron una revisión del Acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y Chile. Esto no es un chiste: el viejo continente es uno de los mercados que más papel consume y su demanda de materias primas es un factor que incentiva las exportaciones de celulosa que, en el caso chileno, como en todos los países atrasados, se hace a costa del medio ambiente. Los efectos destructivos del monocultivo forestal y la industria de la celulosa están en el centro de las preocupaciones de ongs internacionales, como Greenpeace, que contribuyeron a instalar este problema en la Comisión de Comercio y Medio Ambiente del Parlamento Europeo. El Instituto de Ecología Política de Chile logró concertar acuerdos con redes verdes europeas para hacer famosa a Celco en los foros internacionales.
Tal vez, el efecto más relevante de la catástrofe del río Cruces haya sido el inesperado protagonismo de la sociedad civil que le ha dado al problema ambiental una estatura política de que antes carecía. Valdivia, con sus 320.000 habitantes, respondió de inmediato con la creación de una asociación local especifica: Acción por los Cisnes. "El cisne de cuello negro era un elemento simbólico y parte de la identidad de Valdivia. Defender el cisne, entonces, es meterse en la lucha por la identidad y mantener aquellos elementos que hacen que Valdivia sea una ciudad distinta a Temuco, a Concepción y a Santiago". En noviembre, organizaron la "Convención Ciudadana Valdivia Inventa Valdivia", realizada en un convento franciscano con la participación de centenares de personas de todo el país. Los temas eran institucionalidad ambiental, Celco, agua, ciudadanía y territorio. También participaron del encuentro internacional "Por una nueva cultura del agua" realizado en Fortaleza, donde se encontraron movimientos sociales y ecologistas de diferentes latitudes. La situación de las plantas de celulosa, su efecto devastador sobre el agua y la respuesta de la sociedad civil generaron mucho interés. Diferentes ciudadanos y ongs de Valdivia presentaron una demanda contra el Estado chileno ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por haber "dejado de paso en la más absoluta impunidad el mayor desastre ambiental ocurrido en Chile en la última década y manteniendo a los afectados por esta crisis ambiental en la más absoluta indefensión y expuestos a impredecibles efectos". Las instancias jurídicas internas se agotaron al conocerse el fallo definitivo de la Corte Suprema que desestimó el recurso de protección basándose en informes científicos encargados por la planta de celulosa.
Frente a esta situación crítica, Celco (que forma parte del conglomerado Anacleto Angelini, el segundo de Chile) respondió con el manual de procedimiento de las corporaciones: mediante una operación quirúrgica, despachó al gerente general y a todo el equipo de abogados por manipular documentos judiciales; nombró como nuevo presidente al ingeniero Alberto Etchegaray, un viejo lobo del mundo empresarial y político. Como un buen gentelman, reconoció que la empresa "había cometido algunas desprolijidades" y pidió "disculpas a la comunidad de Valdivia por la molestias e inquietudes que ha debido afrontar". Este hombre, que fue ministro de Vivienda y Urbanismo de Patricio Aylwin a pesar de sus buenos modales tiene una idea fija: "En Valdivia funcionan las ongs más ecologistas del país, lo que hace muy difícil la instalación de nuevos proyectos sin la oposición tenaz de la comunidad y los grupos ambientalistas". Como si fuera todo un símbolo de lo que estaba sucediendo, mientras en el sur de Chile, los cisnes morían por los efectos colaterales de una planta de celulosa, Tony Blair los proponía como emblema de la Unión Europea por sus cualidades: trabajo en equipo, eficiencia y liderazgo.

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