Dengue y seguridad del Estado
Por Eduardo Basz
El estallido de la epidemia del dengue no podía haber sido más inoportuno. Porque si la pretensión de una sociedad perfecta es algo propio de los "socialismos reales", aquí aparece potenciada por la condición latinoamericana de su nomenklatura y el momento transicional de su irrupción. Bien mirado es bastante obvio que hayan hecho lo imposible por convertirla en un secreto de Estado. Su misma existencia pone en crisis tal vez la última ilusión propagandística de la Revolución Cubana: la de una salud pública escandinava en una isla caribeña. ¿La epidemia pudo estar despojada de toda dramaticidad política? Después de todo, esto va más allá de Cuba. Según la OMS, el dengue ha crecido en los últimos tiempos lo suficiente para convertirse en endémico en un centenar de países tropicales y afectar a 50 millones de personas cada año. Aun así el propio régimen se las ingenió para convertir una crisis sanitaria en una cuestión de seguridad estatal y de disciplina social. Un caso: en la televisión pasan un spot donde dos individuos con aspecto de policía secreta ingresan en una casa; toman muestras de agua de los tanques, floreros, botellas y también del patio, pero antes de irse les advierten a sus habitantes que "están viviendo con el enemigo". Otro: el semanario "Tribuna de La Habana" recién se ocupó de la epidemia el domingo 1 de octubre (varios meses después de haberse registrado los primeros casos), le dedicó 3 de sus 8 páginas. Pone la responsabilidad de la crisis en las personas e instituciones que no cumplen las normas de higiene. Y reclama multas durísimas para estos casos de "indisciplina". En una carta enviada a la OPS en agosto, el ministro de Salud Pública reconocía los brotes de dengue. Pero eso no impidió que se realizaran la cumbre de los No-Alineados ni el Campeonato Mundial de Béisbol Juvenil.
Aunque en los hospitales municipales ingresan 70 pacientes por día, el gobierno tiene proscripta la palabra epidemia. Pero funcionarios del Ministerio de Salud Pública confirmaron a la BBC la magnitud de la plaga que ya afecta a toda la ciudad de La Habana. Los casos más graves son derivados al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri, el centro más importante de la isla en investigación y tratamiento de ese tipo de enfermedades. Así, el arzobispo instruyó a sus sacerdotes, diáconos y devotos para que recen "mientras dure la epidemia de dengue que nos aflige". Con sus uniformes grises, los funcionarios de Salud Pública inspeccionan viviendas y calles. Pero en esta campana también están involucradas las Fuerzas Armadas y prácticamente toda la maquinaria estatal. Incluso en ciudades con más de 200.000 habitantes se han utilizado avionetas y helicópteros para fumigar zonas extensas. Durante la última epidemia (a principios del 2001), el director general del Instituto de Medicina Tropical dijo que era necesario contar con un buen presupuesto en higiene ambiental. Consideraba primordial la recolección de basura y la fumigación sistemática. Estas recomendaciones nunca se cumplieron. Incluso "Granma" llegó a contar en La Habana 580 focos del mosquito 'Aedes aegypti', transmisor de la enfermedad. Ni peor ni mejor que otras urbes latinoamericanas, en la ciudad cubana la basura no se recoje, los escombros se amontonan y el suministro de agua potable es pésimo. El problema, por supuesto, no es nuevo. La palabra dengue surgió en 1820 durante una gran epidemia en el Caribe. Los esclavos la llamaban dinga o dyenga, que en swahili nombra la posesión maligna. En el habla popular la llaman "fiebre rompehuesos" o "quebrantahuesos". Más terrenal (y científico) fue el cubano Carlos Finlay, quien en el siglo XIX identificó al Aedes aegypti como el vector de la fiebre amarilla y el dengue. Tal vez, pensando en esto fue que José Martí diría que "la verdadera medicina es la higiene".
Pero a estos elementos históricos y estructurales (en 1981 Cuba padecía una de sus peores epidemias) se agrega algo propio de la época. Para Darsi Ferrer, médico disidente y director del Centro de Salud y Derechos Humanos, como elemento reciente está "el desmantelamiento, no reconocido, del sistema de atención primaria por la salida de alrededor de 30.000 médicos y personal de salud a misiones de carácter político en países del Tercer Mundo". Hasta último momento, la sociedad cubana pagará los costos del desmesurado protagonismo internacional del máximo líder.
ayresdejazz@gmail.com
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