ayres de jazz

El nombre, de claras resonancias piazzollianas, tiene su sentido. El jazz es, ante todo, libertad, mestizaje cultural y elogio de la diversidad. Ayres de Jazz es un pequeño velero que se desplaza en el oceano ciberespacial guiado por la curiosidad con el anhelo de comprender lo que esta sucediendo. Eso es todo.

Tuesday, June 06, 2006

Las empresas recuperadas y los problemas del asociativismo laboral


Por Eduardo Basz
Presensación de documentales en los principales festivales de cine, “laboratorio social” para los académicos, tema de interés para los periodistas: las empresas recuperadas aparecen como un acto de creatividad social que desafía los limites de lo real y pone en crisis los relatos político-ideológicos heredados del siglo XX. Mas que una solución parece presentar un conjunto de problemas a la sociedad, tanto a las propias clases subalternas como a los empresarios, los políticos, la clase media y la Iglesia. Por supuesto, hay estereotipos sociales encarnados para los cuales el problema como tal, simplemente, no existe. Roberto Alemann, una autoridad en la materia, dirá que “las fabricas usurpadas son el paraíso de los vagos”. El Partido Obrero cuestionará su “reconversión en cooperativas porque constituye una salida regresiva”. Digamos que cooperativas de trabajo hubo siempre, pero las empresas recuperadas son algo inesperado: el hijo bastardo de la gran entropía social del 2000. Surgieron a partir del colapso del capitalismo prebendario. (Emergieron de las empresas abandonas de la así llamada “burguesía nacional”; ninguna multinacional fue ocupada y recuperada). Por eso a la mayor parte de los “recuperadores” les parece injusto que los trabajadores tomen una empresa que cumple con la Ley. Así, la recuperación solo estaría legitimada ante la “mala conducta del empresario”, quiebras fraudulentas, vaciamiento, acumulación de deudas salariales, etc. En este sentido aparecen como una opción laborista dentro del sistema: empresas de trabajadores que compiten en el mercado. El desafió que tienen es de ser una asociación laboral que actué con eficacia y al mismo tiempo sea capaz de practicar la democracia económica. Algunas lo consiguieron: implementación del voto secreto, rotación del consejo de administración, reuniones mensuales, encargados técnicos electos, una buena relación con bancos, proveedores y clientes, es decir, aquello que se llama el mercado. La imagen de los trabajadores recuperando empresas quebradas puede fascinar a cierta clase media ilustrada. Pero los trabajadores reconocen no estar capacitados para esta situación. Peor todavía: muchas empresas tienen serios problemas jurídicos y de endeudamiento. De esta combinación surge el protagonismo de los abogados. Además, se han planteado situaciones inquietantes. En algunas empresas recuperadas se da prioridad a la incorporación de parientes. Se resiste la inclusión de nuevos trabajadores-asociados con plenos derechos. Juegan con la posibilidad de incorporarlos como asalariados o monotributistas.En un mundo binario, las empresas recuperadas pueden generar algo interesante o terminar en un desastre total. Hablar de “movimiento”, tal vez sea excesivo.Simplemente, hay empresas que actúan cada cual por su lado. No hay integración económica. (Probablemente, el hecho sea tan nuevo que no hayan tenido tiempo para conceptualizarlo). Hubo algún intento de constituir un consorcio de empresas recuperadas de una misma rama industrial pero no se llego a ningún acuerdo.
No hace falta ser muy sofisticado para percibir que en el mismo nombre hay algo que va mas allá de lo conocido. La medicina (desde los tiempos de los fisiócratas) ha sido generosa en proveer a la economía de metáforas inagotables. Sucede lo mismo con la recuperación. En la macroeconomía se la utiliza para designar el punto de flexión de la fase descendente y el inicio de otra etapa que conduce a la prosperidad. En el lenguaje cotidiano podemos escuchar del acto de “recuperar la confianza en uno mismo”. También significa recoger y poner en condiciones de utilidad un objeto ya inservible. Finalmente, también quiere decir recuperar el buen nombre o volver a ser bien visto. Al principio, se habló de “empresas reconvertidas”. Sus mentores (vinculados con la ortodoxia peronista bonaerense) resistieron la expresión “recuperadas” mientras pudieron. “No queremos hacer una cuestión política de esto. No se trata de tocar el interés de nadie sino salvar el interés de los trabajadores. Por eso, preferimos el termino reconvertidas”.
Los trabajadores se lanzan a la recuperación no con el animo de vivir alguna epopeya. Sólo lo hacen cuando es la “unica alternativa posible”.El objetivo es mas bien módico: sencillamente, seguir siendo un “trabajador”. La aspiración de “trabajar sin patrón” aparece durante el proceso de recuperación, no antes. Incluso durante el acto de recuperación, los antiguos empleados se dividen entre quienes aceptan la indemnización y aquellos que optan por este nuevo camino. (“ Esta es nuestra ultima oportunidad como trabajadores, después de acá hay un vacío total”). Menos de la mitad del personal interviene en la recuperación. Quienes desarrollan tareas administrativas y gerenciales son los primeros en abandonar el barco. ¿Quién es el recuperador? : un operario con antigüedad y estabilidad laboral, cuarentón, poca educación formal y con cierta experiencia político-sindical. De haber caído en el desempleo no lo habríamos visto en los cortes de ruta sino en otro lado: “si no recuperábamos la empresa yo hubiera sido cartonero, pero nunca piquetero”. Sucede que el “recuperador” se ve más próximo de los desocupados, los cartoneros y la Iglesia que de cualquier otro sector social. Precisamente, los sindicatos son (después de los empresarios, claro) la figura más lejana. Excepción hecha de los gráficos, la UOM de Quilmes, los ceramistas de Neuquen y algunas seccionales desparramadas en el interior del país, el “sindicalismo real” ha sido prescindente cuando no abiertamente hostil. (En el Gran Buenos Aires, las barras bravas de la UTA impidieron la formación de una cooperativa de trabajo) Incluso la CTA que sé autoelogia de ser el “nuevo sindicalismo”, con todas las simpatías que ha expresado nunca se ha involucrado mas de lo conveniente.
Enfrentan tres peligros: la cooptación kirchnerista, el militantismo revolucionario y la perdida del sentido. Como es idiosincrásico del estilo K, en el palacio la estrategia oscila entre el reclutamiento o el aislamiento y la fractura. No es sencillo poder ubicarlas en el mapa de la politica.En las últimas elecciones presidenciales los “recuperadores” votaron así: Kirchner (52%), Carrió (15%), Patricia Walsh (9%), Menem (7%), Rodríguez Saa (6%), López Murphy (4%). Quien se apresure a sacar conclusiones habrá cometido un gran error. De todos los procesos sociales conocidos, el de las empresas recuperadas parece ser el más sinuoso, ambiguo y paradojal. Algunos ejemplos: legisladores macristas decidieron la expropiación de Bruckman; el dirigente de una rama del movimiento, Luis Caro, autor de la primera ley de expropiación, fue candidato a intendente de Avellaneda por el Frente de Rodríguez Saa y Aldo Rico. También propuso una reforma de la ley de cooperativas que permita tener estatutos donde el 75% de los votos de la asamblea les pertenezcan a los padres fundadores.
Mucho se ha dicho sobre los efectos destructivos de la catástrofe del 2000. Tal vez haya llegado el momento de empezar a contemplar sus aspectos creativos. La agonía de la Argentina prebendaria y fantasiosa no es algo que debamos lamentar. La irrupción de las empresas recuperadas constituye un acontecimiento herético en un país muy proclive a comprar (y después no poder pagar) los discursos ortodoxos.
ayresdejazz@gmail.com

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