ayres de jazz

El nombre, de claras resonancias piazzollianas, tiene su sentido. El jazz es, ante todo, libertad, mestizaje cultural y elogio de la diversidad. Ayres de Jazz es un pequeño velero que se desplaza en el oceano ciberespacial guiado por la curiosidad con el anhelo de comprender lo que esta sucediendo. Eso es todo.

Tuesday, May 16, 2006

La época de la inseguridad




POR EDUARDO BASZ


La catástrofe de Cromañón, el auge de la pequeña delincuencia y la magnitud de los accidentes de tránsito han instalado la cuestión de la inseguridad de las personas en la agenda de los ciudadanos. Lamentablemente, prevalecen las visiones simplistas y la impronta sensacionalista. Para abordar el problema en sus múltiples dimensiones, Ayres de Jazz entrevistó a cuatro profesionales que, con diferentes enfoques y métodos, intervienen en este asunto. Ellos son el constitucionalista Gustavo Soler; el psicólogo Oscar Cott, del hospital Piñero; la licenciada María Cristina Isoba, de la ong “Luchemos por la Vida” y Lucas Rubinich, director de la carrera de sociología de la UBA.Para Gustavo Soler, “hoy la seguridad es mucho más importante que la norma. Hay una serie de convenciones internacionales sobre la vida humana, sobre la infancia, que obligan supuestamente a los Estados a dar ciertas garantías. Pero está el conflicto de la verdadera seguridad que es la interpretación de la vida. La verdadera seguridad está en nuestra posición frente al semejante. Si nuestra posición es el egoísmo, el abuso, el sentido externo de la propiedad y la ganancia somos nosotros quienes generamos la inseguridad”. Desde esa perspectiva, “la fuente de la inseguridad son el dolor humano, el resentimiento. Veo que los periodistas hablan de la anomia. No saben de qué se trata. Fue un término de Emile Durkhein en su libro sobre “El Suicidio”, en el quinto capítulo trata de la anomia .Dice que el individuo llega al suicidio cuando las reglas de juego que le dieron, las esperanzas y el porvenir se frustra. Entonces, el hombre pierde todo sentido de vivir, toda orientación y se mata. Lo mismo pasa con las sociedades. Tenemos sociedades anómicas porque les han cambiado las normas y les han violado sus principios. Porque en lo que creían (las ideas de Patria, de Nación, de progreso) no existen, se han desbaratado. Entonces, caen en el dolor y en la indefensión. Y eso también es inseguridad, de una manera mucho más sutil”. Frente al hecho criminal en si, Soler afirma que “la comunidad internacional ha establecido normas tendientes a que la seguridad se convierta en una prioridad jurídica. Pero en los hechos, mientras exista hambre, mientras haya una lesión permanente a los derechos humanos (que la vemos alrededor nuestro) estamos generando la inseguridad porque de ahí nace el delito, la agresión, el resentimiento. La inseguridad la creó María Antonieta. Lo otro es una consecuencia. El daño, el momento de matar al jubilado, el violador de chicas... es un efecto. Es la barbarie a la que están condenados, ahora, 14 millones de personas. La inseguridad es la consecuencia de nuestros actos. ¿A dónde conducen nuestros actos de egoísmo?: a la pobreza de los demás. El exceso de ganancia: a la miseria. El descuido de las escuelas, de la vida humana, la falta de elementos en los hospitales, todo eso es un generador del odio que se nos va a venir encima. Esa es la inseguridad. Nuestros propios actos son la inseguridad. Tenemos una democracia con una clase opulenta que acaba de crecer un 25% pero cuyo reparto está detenido en las clases altas. Esto que digo no es comunismo sino la nueva idea de lo que debe ser la sociedad: la libertad tiene que ser un buen nivel de vida. Hoy en día el hombre que trabaja no puede vivir dignamente. Esto es erosional, no es un sistema democrático.” De esta manera, la emergencia de la pequeña delincuencia y de otras actitudes anticonvivenciales pueden ser interpretadas como una guerra social, un ajuste de cuentas. “ Estamos en una guerra social pero el que declara la guerra es el que no paga, el que se queda con las ganancias del pueblo, el que genera la guerra es quien no tiene solidaridad humana. La otra es la respuesta del enemigo.”
A Oscar Cott, como miembro del equipo de psicología y derechos humanos del Hospital Piñero de la ciudad de Buenos Aires le tocó asistir a los sobrevivientes de Cromañón. Considera que a un año de aquella catástrofe “aparece socialmente esta voz de justicia. Queda el dolor de las víctimas que es muy difícil de procesar y por la imposibilidad que el duelo mismo implica al no encontrarse palabras la que se ubica en ese lugar es aquella de justicia”. Recién ahora, con todo lo que ha sucedido, comienza a verse cierta percepción de los riesgos, los peligros. Según Cott “hay una idea un poco más importante, concreta, de los riesgos, no tanto como hubiésemos esperado.Que a partir de estas personas que murieron toda la sociedad pudiera dar una respuesta En todo caso no como la situación lo exigía. En el caso de los chicos, porque son adolescentes y como es lógico en esa etapa de la vida, la relación con el riesgo es muy particular. Insisto: en algo se modificó, no tanto como algunos hubiésemos deseado”. Considera que el mito de “lo atamos con alambre” y de “aquí no pasa nada” sigue vigente.”Creo que el tema de la seguridad en general es bastante mítico. Hablar de la seguridad implica su contrapartida saber qué es la inseguridad. Entiendo esto como un espacio vastísimo que como discurso se erige la cuestión de la inseguridad. Incluso lo que vemos estos días, crímenes y violaciones, refuerzan los discursos de la inseguridad. Estos relatos presuponen la existencia de la seguridad, cuando en realidad sabemos que aquella seguridad, la absoluta, la extrema no existe. Entonces, como tema la inseguridad creo que contribuye a un discurso preexistente que en definitiva tiene que ver con cierta manipulación”. En términos tradicionales la seguridad se plantea a partir de una mayor presencia policial. Al decir de Cott, “la agencia policial responde a una agencia aún mayor que es la agencia de control y si esto lo vinculamos a lo que es el derecho penal tiene que ver con una agencia de control punitivo que en realidad no parece estar muy interesada por la seguridad de los ciudadanos sino parece estar muy interesada (y esto lo dice muy claramente Zaffaroni) por la agencia misma. El servicio que debería brindar la policía debería tener como supuestos beneficiarios a los ciudadanos. Ahora, si estos ciudadanos no son protegidos por los policías, inclusive son robados, asaltados, golpeados y matados por algunos de ellos, entonces la institución no está, como dicen los patrulleros, al servicio de la comunidad sino al servicio de si misma. En general las agencias no parecen estar al servicio del ciudadano. Si tomamos el caso Cromañón lo que no funcionó en aquel momento hoy tampoco está funcionando. Los simulacros de evacuación realizados en espacios abiertos no funcionan. Esta bueno el intento. Si el efecto de Cromañón es esto me parece bien pero hay algo que no está funcionando: tiene que ser sistemático. Debe tener como beneficiarios al ciudadano”.
Con más de 7000 muertos y 120 mil heridos por año, nuestro país tiene uno de los peores índices mundiales de accidentes de tránsito. Desde hace tiempo, la asociación Luchemos por la Vida viene haciendo campañas para llamar la atención de la opinión pública sobre una situación íntimamente relacionada con la baja percepción del riesgo. María Cristina Isoba, psicóloga y directora del área de Investigación y Docencia Vial de la ONG, dice no creer que partir de Cromañón haya habido una mayor preocupación ciudadana por las situaciones de riesgo. ”Solo en algunas cuestiones puede registrarse una mayor inquietud como por ejemplo los padres prestan más atención a las salidas de emergencia en los locales bailables pero en general no hay una conciencia clara del riesgo en todos los aspectos de la vida. A mi me parece que ese es el problema que tenemos en general las personas en países como el nuestro donde el Estado no se hace cargo de cuidar la vida de los ciudadanos y trabajar en la prevención en todos los campos . Entonces hay una carencia muy grande de conciencia del riesgo. Nos movemos sin conciencia de los riesgos que tomamos o que somos forzados a vivir por una elección de terceros”. Específicamente, en el tránsito que es lo propio de Luchemos por la Vida, “la mayor parte de las personas nos movemos en el tránsito con una serie de riesgos y asumiendo otros sin tener conciencia de que algo nos puede pasar. Es más: tenemos la creencia de que no nos va a pasar nada. Las personas creemos que asumir ciertos riesgos puede ser beneficioso. Si lo hacemos una vez y no nos pasó nada lo repetimos. Hago un aprendizaje de probabilidades. Como lo hice muchas veces y no me pasó nada creo que nunca me va a pasar. En el tránsito hay mil situaciones de este tipo: pasar la luz roja, conducción excesiva de velocidad, hacer sobrepasos de riesgo con poco espacio-tiempo en la ruta.Lo hago una vez, dos, tres, aprendo que nada pasa y ahí esta el problema porque las 20 personas que mueren todos los días no creían que iban a morirse. Tenían la certeza de que nada les iba a pasar y ya sea por asumir un riesgo ellos u otro, hubo un accidente de tránsito. Tanto como automovilistas o transeúntes hemos hecho una serie de aprendizajes y creemos que es mas beneficioso asumir ese pequeño riesgo que cuidarnos. Y este es el problema”. Aquí como en otros ámbitos aparece la cuestión del Estado. ¿Cómo hago para cambiar esta ecuación costo-beneficio entre asumir conductas de riesgo o conductas seguras? Ahí esta el papel del Estado de dos maneras: cuando el Estado legisla en torno a la protección de sus ciudadanos como es el caso del transito que esta escrita para poner un orden, permitir una fluidez , obtener un resultado optimo en el transito minimizando situaciones de accidentes”. Según Isoba, la función estatal consiste tanto en educar a los ciudadanos acerca del sentido de esta legislación y “a controlarlos en las calles y las rutas, para que no asuman riesgos innecesarios y si lo hacen le agregue un costo al beneficio de haber asumido ese riesgo., de la multa, de la sanción, del rechazo social, del trabajo comunitario. Hay infinidad de recursos para invertir la balanza del costo-beneficio y hacer que el ciudadano sino por convicción ,le convenga mas respetar la norma que transgredirla y va a terminar asumiendo comportamientos mas seguros. Esto sucede en aquellos países donde uno ve un orden, una seguridad y una tranquilidad para recorrer esos caminos”.
Desde la sociología Lucas Rubinich viene investigando en los últimos tiempos el deterioro de las facultades estatales. ”Hay una situación paradójica porque uno puede preguntarse: ¿qué son las tradiciones? No son etéreas, son acumulación de prácticas anteriores que tuvieron presencia en la historia y que todavía tienen alguna persistencia porque se replican en los comportamientos. Entonces, uno se encuentra con instituciones que no tienen capacidad real y objetiva para cumplir determinados papeles pero parcialmente algunos de sus miembros tienen como una zona residual , donde esa cosa se tiene que seguir cumpliendo. Para poner un ejemplo complejo que es una institución estatal de las más cuestionadas: la policía. Puede tener, a la vez, una desestructuración absoluta que permite la conformación de bandas aisladas que simplemente obtienen un beneficio personal pero también tienen un mandato (deteriorado,con poca productividad cultural pero que existe todavía).Hay como un cierto acuerdo tácito de tradiciones anteriores que hacen que los policías trabajen en algún sentido de policías aunque gran parte de su tiempo trabajen de delincuentes. Y además, la población trata en algún sentido de hacerlos trabajar de policías. En resumen: cuando la justicia está deteriorada y no puede impartir justicia, cuando la policía está deteriorada y no puede guardar el orden, cuando la educación está deteriorada y no puede educar, el deterioro de las capacidades estatales ponen al ciudadano en una situación de desprotección muy grande porque las redes alternativas que se generan no tienen la fortaleza para suplir esas funciones que tuvieron una presencia muy significativa, muy importante durante casi todo el siglo XX. Entonces, cuando las capacidades estatales se deterioran a tal extremo, las personas están en una situación de inseguridad muy grande. “La cuestión acerca de los efectos sociales de la catástrofe de Cromañón está condicionada por la percepción mediática. “Creo que potencialmente el hecho de Cromañón puede producir cambios interesantes a nivel ciudadano. El problema es que la manera en que se resuelven los conflictos de pérdidas de capacidades estatales no tienen que ver con un debate público sobre esta cuestión sino están muy influenciados por el sensacionalismo de los medios de comunicación y se trabaja sobre chivos expiatorios que pueden ser efectivamente culpables jurídicos. Pero la discusión no es sobre el deterioro de las facultades del Estado sino de culpables o inocentes que es una agenda que impusieron fuertemente los medios. La mirada de los medios sobre los problemas esta pautada por la lógica de la competitividad intermedios que hacen que Alejandro Romay sea Heidi al lado de los medios contemporáneos”. El sensacionalismo y las propuestas simplistas en materia de seguridad se combinaron para bloquear un debate.”El problema es que no hay capacidad para imponer el tema de la seguridad en una discusión democrática que no está solamente relacionado con que venga otro civil y te rompa la cabeza. No hubo capacidad de las fuerzas políticas para imponer un debate público que tenga que ver con este tema en cuestión. Este tema no tiene la seducción de que encuentres culpables inmediatos porque en realidad muchos de los actores que participaron en ese tipo de experiencias, como los roqueros, tienen una mirada distante. Saben que a todos ellos les pudo haber pasado Cromañón. Estuvieron en situaciones similares con las mismas condiciones de inseguridad. Ellos tienen un discurso mucho más sincero que el resto.No lo pueden armar políticamente. Dicen: ‘esto estaba en todos lados y sigue estando en todos lados’. Si hubiese una posibilidad de transformar en un discurso de debate público y político, las seguridades de estos lugares habría una mirada republicana e inclusive progresista acerca de lo que está pasando con la inseguridad que es un problema de instituciones absolutamente agujereadas. Lo que hay que hacer es fortalecer las instituciones, no encontrar nada más que tres chivos expiatorios y tranquilizar todo durantes unos meses que es lo que va a pasar efectivamente.”

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