Los accidentes como representación
Por Eduardo Basz
Las rutas argentinas parecen el escenario óptimo para la representación de uno de los mitos más terribles de nuestro país: lo atamos con alambre y aquí no pasa nada. No hace falta estar muy contaminado por el virus freudiano para percibir su relación con el desenfreno: algo así como desencadenar las fuerzas de lo primitivo, como la tempestad, el viento, las pasiones más arcaicas; lanzarse, entregarse por completo a algún impulso. Este acto, en términos originarios significaba quitar el freno a los caballos. En definitiva: no pisar el freno es actuar sin contención. Como de costumbre la zafra de accidentes arranco con la fiesta consumista de la Navidad y tomo vuelo a partir de la Nochenueva y el comienzo de las vacaciones.Curiosamente, en la Ciudad de Buenos Aires (donde la calamidad de Cromanon parece no haber dejado ningún aprendizaje social), las autoridades alentaron conductas de riesgo vial por expreso pedido de una cámara de comerciantes (CAME). En el periodo de las fiestas, permitió el estacionamiento junto a la acera a ambos lados de todas las avenidas durante 24 horas. Lo mas perturbador es que el subsecretario de Transporte local pretendió argumentar que de esta manera se intentaba “facilitar las compras a la gente y que los comercios tradicionales puedan competir mejor con los shoppings y negocios que tienen estacionamiento propio”. La dimensión política de la inseguridad vial aparece aquí representada en términos de un grotesco discepoliano. Al decir del director ejecutivo de la OMS, el doctor Lee Jong-wook, “miles de personas mueren cada día en las vías de transito del mundo entero. No nos referimos a sucesos debidos al azar, “accidentes”. Nos referimos a las colisiones en vías de transito. Los riesgos se pueden comprender y en consecuencia prevenir. La seguridad vial no es accidental. Tenemos los conocimientos necesarios para actuar ya. Es una cuestión de voluntad política”.
De esto habla un informe de la OMS cuando dice que “de todos los sistemas con los que las personas han de enfrentarse cada día, los del transito son los mas complejos y peligrosos”.Las muertes y lesiones por choques de vehículos son una peste mundial pero no afecta por igual a todas las sociedades. En los países primermundistas, los más expuestos son los conductores y pasajeros; mientras en las naciones atrasadas el mayor peligro lo corren los peatones, los ciclistas y los motociclistas. Todos los anos mueren, en el mundo, 1.200.000 personas y otras 50 millones padecen heridas. A pesar de la magnitud de la tragedia estamos en presencia de una catástrofe silenciosa que tiene poco peso en la agenda pública. Y sin embargo, las muertes por lesiones podrán aumentar de 5 millones en 1990 a 8.500.000 en el 2020, muchas de ellas por “accidentes viales”. En los países tercermundistas, las victimas de choques ocupan hasta el 10% de las camas de los hospitales. A nivel global, la mitad de los muertos en las calles y rutas tienen entre 15 y 44 anos. En el continente americano las muertes llegan a 130.000 personas, de las cuales 45 mil ocurren en los Estados Unidos. Ahí es la principal causa de mortandad entre los hispanos menores de 34 anos. Según la OMS, los “accidentes” son el segundo motivo de muerte, en todo el mundo, para personas de 5 a 29 anos y la tercera para quienes oscilan entre los 30 y 44.Las proyecciones son que este tipo de muertes crezcan en un 80% entre las clases medias y bajas, de aquí al 2020.
Una encuesta realizada hace poco por la Universidad de Tres de Febrero nos da algunas pistas acerca del estado del problema en la opinión pública argentina. El 96% considera que la formación vial es importante y que la ausencia de nociones en este campo es el principal factor de la situación actual. La encuesta mostró, claramente, una percepción diferente del mismo hecho entre los porteños y la gente del interior.Mientras en la Capital Federal, el 54% de los entrevistados considero que es una cuestión educativa, en el interior del país esa visión llega al 70%.La seguridad vial es, de acuerdo con el estudio, una cuestión de Estado, específicamente del municipal. Solo el 30% recibió educación vial en el periodo escolar y apenas el 36% algo de instrucción el momento de sacar el registro.El 85% esta de acuerdo en hacer mas riguroso el examen y un 57% considera que con la educación no alcanza, son necesario mas controles. Como peatones los peores son los porteños: el 21% toma riesgos para cruzar la calle. El 99% de los conductores confiesa que de vez en cuando pasan alguna luz amarilla, llevan chicos adelante, hablan por el celular mientras manejan y no usan el cinturón de seguridad.Los ciclistas también tienen lo suyo: el 54% reconoce que van de contramano y no respetan los semáforos. Así, no es difícil entender a un viejo corresponsal de guerra africano que me confesaba su terror pánico a las rutas argentinas.
ayresdejazz@gmail.com
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