ayres de jazz

El nombre, de claras resonancias piazzollianas, tiene su sentido. El jazz es, ante todo, libertad, mestizaje cultural y elogio de la diversidad. Ayres de Jazz es un pequeño velero que se desplaza en el oceano ciberespacial guiado por la curiosidad con el anhelo de comprender lo que esta sucediendo. Eso es todo.

Thursday, May 18, 2006

Momono Villegas, mono ludens



Por Eduardo Basz

Después de comerse la vida, esperaba el encuentro con la muerte. Quería saber si tenían razón los cristianos, los judíos o los aztecas. Fue algo así como el Macedonio Fernández del jazz. Boris Vian lo llamó “un pianista entre pianistas”. Teté Montoliú lo tenía entre sus influencias decisivas. Jobim admiraba su vuelo y Vinicius supo rendir tributo a su inteligencia.
Alguien cometió alguna vez la imprudencia de elogiarlo por ser el primer pianista de jazz en subir al escenario del Colón. Lo corrigió de inmediato: “pianista a secas”. Era su nexo con el mundo. Claro, tenía su propia visión de las cosas. Le encantaba decir que “Bach había sido el primer músico de jazz”. ¿Músicos predilectos? : Rachmaninov, Backhaus, Gieseking, Josef Hofman, Gulda y Richter. En el jazz, Fats Waller, Earl Hines y Art Tatum. En Argentina, Marisa Regules y Martita Argerich, como la llamaba él. Decía que Duke Ellington, Louis Armstrong, Coleman Hawkins, Waller, Hines y Tatum eran sus padres espirituales.
Inició su carrera estrenando el Concierto en Sol de Ravel. Empezó desde arribe. Después iría bajando. Lo echaban de todas partes, no por cuestiones profesionales sino por su enorme bocaza. El primer escándalo se produjo en la década del ´30, cuando “afirmé que la muerte de Ravel era más importante que la del Papa.Por aquel entonces ya me había convertido en un loco y un vicioso. Y es bastante curioso porque quienes me escuchan insisten en decir que soy un gran pianista”.
Luego vendrían los años del Mono en Manhattan (1955-1963). Puede parecer inverosímil pero hubo un tiempo en que la CBS tenía sólo tres grandes pianistas en su catálogo: Erroll Gardner, David Brubeck y el Mono Villegas. En Estados Unidos grabó dos discos y cultivó la amistad de Coleman Hawkins, formó un trío con gente de primera (Cozy Cole en batería y Milt Hilton en contrabajo) y acompañó conciertos de Art Blakey, Jazz Mesangers, Kenny Clark, Ellington, Thelonius Monk y el Modern Jazz Quartet. Sobrevivió en una pensión alimentándose con café y facturas. Incluso tuvo un intento de suicidio propio de una película de Woody Allen. El primer disco de CBS vendió 53 mil ejemplares y se editó en muchos países pero nunca en Argentina.El segundo vendió mucho menos. La compañía le propuso un tercer longplay de boleros. Así terminó su contrato.
“El jazz es como una conversación, improvisación total”. Estaba convencido que el mundo debían llegar a treinta los músicos originales. Por eso, valoraba tanto la figura del autor. Era curioso el efecto que le provocaban ciertas obras. Miles Davis lo ponía eléctrico. Ornette Coleman lo dejaba eufórico. Caminaba alrededor del tocadiscos y decía: “esta música la tengo que hacer yo, pero no me va a salir nunca”. Gershwin lo conmovía hasta las lágrimas. “Rhapsody in blue” lo acompañó toda su vida. A Dizzy Guillespie y otros héroes del bebop, el cool y el free los elogiaba por haber “aprendido a ser negros”. Por un motivo similar valoraba a Goyeneche (“ese tipo tendría que ser mi amigo”) y destacaba el carácter profético de Discépolo (“Ya van a ver la mugre del 2000”)..Sí, era un mono filosófico.
ayresdejazz@gmail.com

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